- Jimmy Bustos
- Astrodatos
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Tal vez en una noche en que te hayas puesto a mirar las estrellas, hayas encontrado que algunas brillan más que otras y eso puede darte la intuición que están más cerca o son más grandes aunque no siempre es así. En otro aspecto puede que te hayas fijado mejor y encontrar diferencia de color notoria de una a otra y no solo por la turbulencia de la atmósfera que modifica los colores sino porque unas las ves más azules y otras más rojizas.
Esto sucede porque las estrellas son fábricas enormes de elementos químicos. El elemento más simple, el hidrógeno es sometido a presiones y temperaturas gigantescas, lo que termina combinando sus núcleos atómicos y creando helio y otros elementos en cadena como el oxígeno y el carbono, cada vez más complejos y pesados.
La luz producida por este proceso depende de la temperatura o energía que emita, entre mayor temperatura el color es más azulado, que corresponde a una estrella joven que está consumiendo el hidrógeno que inicialmente la formó. A medida que el proceso atómico transcurre entonces su temperatura baja, en ese momento la estrella fusiona oxígeno y más adelante carbono, siendo el color rojizo en este último el que prevalece.
La característica del color emitido está por el anterior proceso relacionada a la edad de las estrellas. De acuerdo a esta variación de color durante la vida de las estrellas se clasifican en tipos espectrales: O,B,A,F,G,K,M,L.
Al ir envejeciendo, las estrellas toman el color rojizo y estallarán. Si la masa es suficientemente grande entonces se convertirá en una explosión de supernova o si no tiene tanta masa (9 o menos masas solares) terminará expulsando sus capas exteriores y se convertirá en una estrella enana blanca.
Nuestro Sol es una estrella que está aproximadamente a la mitad de su vida y es una estrella relativamente pequeña. Aún tenemos 4.600 millones de años antes que acabe su combustible, así que podremos disfrutarla por mucho mucho tiempo.