- Jimmy Bustos
- Astrodatos
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Desde que iniciaron los viajes espaciales tripulados se tomó en cuenta medidas básicas de supervivencia para el cuerpo humano como el cambio de la presión atmosférica, la temperatura, las velocidades y aceleraciones extremas y una de las más importantes: la gravedad.
Las estancias de larga duración de los astronautas en ambientes como la Estación Espacial Internacional, han permitido recopilar una gran cantidad de datos y transformaciones sufridas al cuerpo. A continuación veremos las variaciones y adaptaciones más importantes que sufren en estas misiones.
1. Pérdida de densidad ósea y muscular
Uno de los sistemas que primero siente los efectos de la microgravedad es el sistema musculoesquelético. En un principio la descordinación de los movimientos se puede presentar debido a la falta de fuerza que deben realizar los músculos para mantener el cuerpo de pie, también para levantar los brazos, sin embargo, es uno de los efectos que más rápido tiene adaptación debido al ardo entrenamiento de los astronautas. No tienen tanta suerte los huesos que pierden entre el 1% y 2% de densidad ósea por mes. La pérdida del calcio en los huesos puede resultar en la sangre haciendo una acumulación en los riñones con grandes posibilidades de formar cálculos.
Como medida preventiva los astronautas deben llevar estrictos controles de minerales en sangre y llevar una dieta adecuada según esta necesidad. También, deben realizar varias horas de ejercicio en máquinas de gimnasia adaptadas para simular la fuerza de gravedad para el trote o flexión de las extremidades superiores.
2. Cambios en la presión de fluidos corporales
Aunque los ambientes son controlados para mantener una presión atmosférica casi idéntica a la de la Tierra, nuevamente la microgravedad realiza sus efectos. La sangre y fluidos de las piernas suben al torso y cabeza haciendo que la cara y ojos de los astronautas sufran leves hinchazones. Este efecto también es de rápida adaptación pero los efectos a largo plazo se ven en el corazón que tendrá que realizar menor esfuerzo por lograr que toda la sangre fluya por lo que su forma comenzará a ser un poco más esférica y la presión arterial tendrá variaciones significativas.
3. Cambios en la estatura
Los discos intervertebrales se expanden y las vertebras se separan lo que provoca que algunos astronautas crezcan hasta 4 centímetros. Este efecto es revertido nuevamente en la Tierra cuando la gravedad hace su trabajo con el tiempo y vuelven a su estatura normal.
4. Exposición a radiación
Estos son los efectos más prolongados o incluso permanentes que puede sufrir el cuerpo humano en el espacio. La exposición a diferentes fuentes de radiación como la directa del Sol, los rayos cósmicos y partículas de alta energía atrapadas por el campo magnético terrestre pueden aumentar las probabilidades de varios tipos de cáncer, cambios en el sistema inmunológico que pueden concluir a largo plazo con enfermedades autoinmunes donde los tejidos sanos del cuerpo pueden ser atacados por error siendo confundidos con agentes infecciosos externos.
Existen varias medidas de protección como blindajes especiales de las naves espaciales y de los trajes así como medicamentos antes, durante y después de las estancias en el espacio exterior.
5. Alteraciones psicológicas
Los ambientes de confinamiento así como la desorientación espacial por la falta de la referencia de la gravedad general gran estrés en los astronautas. Estos efectos generalmente son tratados con actividades de coordinación y esparcimiento y pruebas cognitivas regulares. Una parte fundamental de cada misión es el buen entendimiento, convivencia y capacidad de resolución de problemas de grupo de la tripulación, es por esto que se dedica gran parte de los entrenamientos a verificar que cada integrante cuente con estas habilidades.
Estas son las más grandes afecciones al cuerpo humano en ambientes espaciales, que cubren tanto en el ámbito físico como psicológico. Se nos escapan muchas más que aún son materia de investigación por entidades como la NASA y muchas más sin conocer que se espera en misiones de muy larga duración como los planes de bases permanentes en la Luna o la llegada a Marte.